martes, 22 de septiembre de 2009

Balance comercial: el resultado de otro fracaso

Por Roberto Cachanosky.


En su desesperada búsqueda por encontrar un indicador económico que muestre algo positivo, la semana pasada Cristina Kirchner habló del superávit de comercio exterior récord, resaltando que ese superávit es positivo para la Argentina porque, argumentando al mejor estilo setentista, nos daba independencia política del exterior. Lo que no aclaró Cristina Kirchner es que en los primeros ocho meses de este año las exportaciones cayeron 24% con relación al mismo período del año anterior y que las importaciones bajaron el 39%. Puesto en otras palabras, el superávit de balance comercial de U$S 12.322 millones no es fruto de una política económica que ha disparado las exportaciones por eficiencia, por el contrario, estas cayeron en todos los meses del período enero-agosto del 2009, sino que es el resultado de una monumental baja en las importaciones. Hasta agosto se llevan importados unos U$S 15.000 millones menos que el año pasado, en tanto que las exportaciones se redujeron, por ahora, en U$S 11.348 millones.

Las bajas más importantes en las exportaciones están en poroto de soja, trigo, aceite de soja, naftas, aceite de girasol y fuel oil entre otros productos. Las exportaciones de productos primarios cayeron el 45% en los primeros ocho meses de este año. Esas que, justamente, le aportan caja al Estado vía los derechos de exportación.

La caída de las importaciones tiene, a mi juicio, dos grandes componentes: la fuerte recesión interna que genera una menor demanda de productos externos, ya sean insumos para producir, bienes de consumo y, obviamente, bienes de capital; y las trabas que está poniendo el Gobierno para permitir el ingreso de productos importados.

¿Por qué causa el Gobierno restringe las exportaciones? La razón es bastante obvia. Ante la fuga de capitales, el tipo de cambio debería haberse disparado. Si consideramos que los U$S 43.000 millones que se fugaron desde el tercer trimestre de 2007 son equivalentes al total de depósitos del sector privado en el sistema financiero, podemos tener una idea de la magnitud de la fuga. ¿Por qué no se disparó el tipo de cambio como en otras oportunidades? Porque el saldo de balance comercial positivo financió la fuga de capitales. Veámoslo de esta manera. Por ejemplo, en el primer semestre de este año, el saldo de balance comercial fue positivo en U$S 9.861 millones, mientras que la fuga de capitales estuvo en el orden de los U$S 11.200 millones, por lo tanto, de esa cifra de dólares demandada por la gente por desconfianza en el Gobierno y en la política económica, U$S 9.861 millones los aportó el saldo de balance comercial, fundado en una feroz caída de las importaciones por recesión y por restricciones arbitrarias de la burocracia. La contrapartida es peor nivel de vida para la población.

Mostrar esta situación como un éxito es como si un banquero, en el medio de una corrida financiera, dijera que a él no lo afectó porque no tenía depósitos en los bancos. En este ejemplo, la suerte del banquero ante la corrida financiera fue su incapacidad para captar clientes que confiaran en él al momento de depositar sus ahorros. Nuestro banquero no zafó por virtud, sino por incapaz. En el caso del Gobierno, evita una estampida cambiaria matando la actividad económica. Para el modelo que aplica Kirchner, la recesión y las trabas a las importaciones, complicando lo poco que queda de producción, es una bendición, algo que entra perfectamente en la lógica del kirchnerismo, que siempre busca tácticas de corto plazo para zafar de las situaciones críticas aunque ello implique cavar un pozo para hundirnos más cuando ya estamos en el piso.

La constante de Kirchner en materia de política económica es enredarse cada vez más. Cuando emitió para tener un dólar caro y la inflación lo devoraba, optó por dibujar el IPC, controlar los precios por mecanismos de dudosa legalidad y prohibiendo exportaciones, generando desabastecimiento y destrucción de sectores productivos. Cuando advirtió que las tarifas de los servicios públicos congeladas llevaban al colapso del transporte y de la energía, se lanzó a repartir subsidios a diestra y siniestra disparando el gasto público y ahora, que la recaudación se les cae, no saben cómo hacer para ajustar las tarifas. Obsérvese el lío que hicieron. Quisieron confiscar la renta del sector agropecuario para financiar un gasto público infinanciable. Cuando no pudieron imponer la 125, eligieron destruir al sector agropecuario. La destrucción del sector agropecuario llevó, entre otros, a una caída fenomenal de los derechos de exportación que le daban la caja. Así que ahora se quedaron con el campo colapsado, la caja que agoniza, el gasto público en niveles récord y sin saber como resolver el problema de las tarifas por miedo a una rebelión de la gente, como ya ocurrió con el intento del tarifazo e impuestazo sobre el consumo de gas. Es la sustitución de políticas públicas de largo plazo por tácticas incoherentes de corto lo que genera cada vez más enredos en la economía. Se hacen las cosas sin pensar o interesarse en los efectos de largo plazo.

El mercantilismo fue una corriente de pensamiento económico que prevaleció entre los siglos XVI y mediados del siglo XVIII. El mercantilismo creía que la riqueza de las naciones estaba dada por la cantidad de oro que tenían en sus arcas las coronas. Ellos veían, en lo que hoy podemos llamar reservas, la riqueza de las naciones. Este pensamiento tan precario fue destruido por las nuevas corrientes económicas de mitad del siglo XVIII que demostraban que la riqueza de las naciones estaba dada por cantidad de bienes y servicios a los que podía acceder la población con su salario. Tener muchas reservas en el Banco Central mientras crece la pobreza y la indigencia no es, justamente, lo que puede definirse como progreso. Creer que la riqueza está dada por la cantidad de oro o reservas que uno puede acumular, sin interesar la cantidad de bienes y servicios que uno puede comprar, es el típico desvío de razonamiento de, por ejemplo, los usureros que se desesperan por ver cómo le sacan un peso más al deudor exprimiéndolo al máximo, mientras disfrutan viendo como acumulan billetes y los acarician cual avaro.

Pero, volviendo al tema del saldo de balance comercial, uno podría decir que ese saldo positivo creciente es el resultado de un fracaso y no de un éxito. Pero claro, ya es costumbre en el matrimonio torturar la interpretación de las estadísticas hasta que confiesen lo que ellos quieren mostrar como un éxito. Porque lo importante no es que la gente esté bien, sino que los números que se informan desde el Gobierno den bien. Sean ciertos, inventados o tergiversados.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Conflicto con el campo: todo es un problema de caja


Por Roberto Cachanosky

La evolución del Gasto Público Consolidado (Nación, provincias y municipios) se multiplicó por cinco entre 2002 y 2008. Dicho en otras palabras, en el período mencionado, los tres niveles de gobierno gastaron casi 363.000 millones de pesos más.

Si se relaciona el Gasto Consolidado con el Producto Interno Bruto (PIB), en el 2002 representaba el 29,3% y en 2008 casi el 44%. Y si se lo mide en dólares, en el 2008 llegó a los 144.000 millones, un 63% más que el promedio de gasto público durante la convertibilidad. En este caso no considero el 2002 por una cuestión de piedad, sino tendríamos que hablar de un aumento de 5 veces en dólares. De todas maneras, por dónde se mire el gasto, se ha disparado a niveles infinanciables, y si lo corregimos por calidad de gasto público, el aumento tiende a infinito salvo que se piense que en todos estos años mejoró la educación, la salud, la seguridad, las Fuerzas Armadas, etc. y, por lo tanto, semejante aumento del gasto tiene como contrapartida hospitales y escuelas a nivel Suecia. Pero esto no es así dado que la misma Cristina Fernández acaba de descubrir en Tartagal que en Argentina hay pobreza, lo cual hizo que me sorprendiera que la presidenta se sorprendiera de que hay pobreza en Argentina.

Es claro, entonces, que el argumento de la Presidenta de que los que más tienen deben aportar más por una cuestión de solidaridad, no resulta convincente. Y no resulta convincente porque el gigantesco incremento del gasto público de los últimos 6 años, que tuvo como contrapartida un fenomenal esfuerzo fiscal por parte de la población, no se tradujo en mejor calidad del gasto y menos pobreza. Todo parece indicar que aquí hay un problema de caja para la política de cara a las elecciones de este año.

Para financiar el gasto se puede recurrir a diferentes mecanismos: a) impuestos, b) endeudamiento, c) emisión monetaria y d) confiscando stocks de riqueza. Veamos los problemas de cada uno de estos puntos.

El punto d) consistió, por ahora y solo por ahora, en apropiarse de los ahorros de la gente en las AFJP, confiscación que, en rigor, sirvió para poco por la composición de los activos confiscados. Es poco lo que puede usar el Estado de esos fondos para financiar el gasto.

En materia de emisión monetaria, la fuerte expansión del BCRA le permitió al Estado cobrar un impuesto inflacionario del orden del 30% anual. Claro que, como cualquier impuesto, tiene un límite de tolerancia por parte de la sociedad, y eso fue lo que pasó en el 2008, cuando los precios se dispararon. ¿Qué fue lo que salvó transitoriamente al gobierno de un desborde inflacionario mayor? Curiosamente la fuga de capitales. El Central tuvo que salir a vender dólares y retirar pesos de circulación para evitar que el tipo de cambio se disparara. En el nuevo paradigma de política económica que descubrió el kirchnerismo la fuga de capitales permitió mejorar la situación inflacionaria. ¡Todo un hallazgo en la ciencia económica!

En materia de endeudamiento, ya ni Chávez está en condiciones de seguir prestándonos a tasas de default. Así que esa puerta está cerrada.

¿Qué es lo que queda? Ajustar el gasto o ajustar al sector privado. Los números fiscales de enero de este año son muy elocuentes. El superávit fiscal, luego del pago de los intereses de la deuda, sólo fue de $ 1046 millones y eso "gracias" a que el Estado se apropió de los fondos que antes la gente ahorraba en las AFJP. Caso contrario hubiese habido un déficit fiscal del orden de los $ 600 millones.

Como en tantas otras oportunidades de nuestras crisis económicas, el Gobierno está frente a un gran dilema. O baja el gasto público para poder reducir la carga tributaria y así devolverle capacidad de demanda al sector privado o intenta apropiarse de más flujos y, en caso de ser necesario, nuevos stocks.

¿Quién es el que el Gobierno cree que puede aportar más flujos a ese barril sin fondo que es el gasto público argentino? El sector agropecuario. Digamos que más que un pedido de solidaridad al sector, lo que se le está pidiendo es que aporte a la campaña del oficialismo en las cruciales elecciones del 2009 porque de no ser así habría que perder el apoyo de intendentes del conurbano bonaerense o generar un proceso inflacionario en el medio de la recesión con el BCRA emitiendo moneda para financiar al gobierno, dado que para los Kirchner bajar el gasto sería algo parecido a una herejía incompatible con su modelo de construcción de poder.

En síntesis, en esta interminable novela del Gobierno contra el campo, el centro del problema se llama "la caja".

martes, 25 de noviembre de 2008

Los industriales piden una nueva devaluación del peso


Dicen que la medida servirá para ganar competitividad y no tendrá un impacto inflacionario

Francisco Olivera
LA NACION

Se terminó el carnaval. Los industriales argentinos se habían desacostumbrado a la amargura. Pero bastó con advertir las caras de ayer, las frases punzantes en el hotel Sheraton de Pilar, para entender que se acercan tiempos duros y de plazo incierto. Volvió el reclamo, como acto reflejo: los empresarios quieren un peso más devaluado.

La 14» Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA) mostró el costado real de la crisis. Hombres que empiezan a notar caídas en la rentabilidad, que temen por un inminente deterioro en el nivel de empleo y que, acaso por primera vez en este foro en la era kirchnerista, ensayan alguna crítica. El desvelo cambiario era en Pilar tan unívoco y notorio que, a media mañana, el economista Roberto Frenkel arrancó su exposición con un chiste filoso: "Me la pasé 10 años diciendo que el tipo de cambio estaba atrasado y no conseguí que me invitaran a la UIA. Algo hemos progresado: ahora me invitan".

Nadie quiere dar números. "No, cifras, no. Pero con un tipo de cambio un poco más alto estaríamos mejor", contestó ante la consulta José Luis Basso, dueño de la fabricante de válvulas Basso. Lo mejor fue, entonces, buscar al referente de muchos de estos hombres de negocios: en el lobby, LA NACION se encontró con el economista Aldo Ferrer. ¿Qué tipo de cambio sería el ideal?, fue la pregunta. "Mire, nosotros perdimos una excelente oportunidad cuando se depreciaron todas las monedas de la región -dijo el autor del libro Vivir con lo nuestro -. En ese momento se tendría que haber fijado en cuatro pesos y después sostenerlo." ¿Eso no erosionaría el salario?, se le insistió. "No, porque el consumo de los argentinos es mayoritariamente de compre nacional", contestó Ferrer, antes de aceptar una tercera pregunta: ¿pero no subiría el precio de los alimentos? "Para eso están las retenciones", culminó.

Algunas plantas empiezan ya a parar parcialmente. Hay automotrices que admiten estar aumentando las horas de suspensión de personal. A los industriales santafecinos les cambia el gesto con sólo recordar un concepto: tasa de interés. "¡Pagamos un 60 por ciento!", se quejó Carlos Capisano, presidente de la Federación Industrial de Santa Fe, que se había presentado ante los cronistas de LA NACION y Clarín con una broma: "Muchachos, ¿ustedes pueden hacer algo para subir el dólar?". Esa medida, dijo, sería una de las trabas que necesitan para frenar un supuesto aluvión de importaciones, lo que más dicen temer.

El economista duhaldista Javier González Fraga los había alentado desde temprano. "Hay que lograr que bajen las tasas de interés. Pero no van a bajar mientras esté deprimido el tipo de cambio. No es momento de pensar si una devaluación es inflacionaria. La expectativa inflacionaria está más por debajo que por encima del 15 por ciento", había dicho. Se sumó Ferrer: "Si el tipo de cambio no es competitivo, todo lo demás es literatura".

LA NACION le preguntó a Capisano lo mismo que a Ferrer: si una devaluación no limaría el poder adquisitivo. "No -contestó-, porque hay un proceso de recesión muy grande." La sola mención de la palabra causó una sorpresa que el propio Capisano se encargó de reforzar: "Hay recesión, sí. Hay un enfriamiento muy grande. Cerca de Las Parejas hay empresas con venta cero".

Este es el contexto que le espera hoy a la presidenta Cristina Kirchner, que cerrará la conferencia. Con ironía, el máximo ejecutivo de un grupo industrial se anticipaba a la visita: "Yo no sé lo que le pasa a la Argentina. Brasil nos sacó un campo enorme. Y mañana viene alguien al que vamos a tener que aplaudir".

Bastante más sugerente fue Roberto Domenech, presidente de la conferencia y aliado agroindustrial que tuvo el Gobierno durante la crisis agraria, que pidió en el discurso de apertura "retomar el sendero que la economía argentina transitaba hacia fines del año anterior".

Preocupación

Tras los paneles, preocupado porque no podía ubicar en el celular a Hugo Moyano, líder de la CGT, el dueño de una pyme se sentó en una de las sillas y soltó, cansado y en voz baja, frente a LA NACION: "Estoy muy amargado". Basso trató de ser menos drástico: "Estamos con producción normal, pero atentos a las noticias que te llegan todos los días" .

De ahí el malestar de muchos de los presentes al advertir el contraste que provocaba el discurso del ministro de Economía, Carlos Fernández (ver aparte). "Este nos quiere hacer creer que está todo fenómeno, no puedo creer lo que escuché", se quejó un empresario.

lunes, 27 de octubre de 2008

La tormenta perfecta en la economía argentina


Por Roberto Cachanosky
Especial para lanacion.com

¿Cuál es el problema más grave que hoy tiene la economía argentina? ¿El debilitamiento de las cuentas públicas? ¿La distorsión de precios relativos? ¿La falta de recursos para hacer frente a los vencimientos de la deuda pública? ¿La inflación? La respuesta es no. Estos, por cierto, son problemas graves que hay que solucionar, pero el problema más grave es la desconfianza y el temor que ha generado el matrimonio presidencial con sus medidas propias de las monarquías absolutistas. Como economista estoy plenamente convencido que no hay economista que pueda salir airoso de la tormenta perfecta en que nos han metido si detrás de las medidas económicas no hay un gobierno que genere confianza de que las reglas de juego van a ser previsibles y que la propiedad privada va a ser respetada. Los economistas no podemos resolver los problemas de desconfianza que se generan desde la política. No hay política económica que pueda funcionar sin respeto a las instituciones.

¿Cuál es el mensaje que hoy recibe la gente desde el gobierno? Que éste está dispuesto a apropiarse de los ingresos de la población y de sus ahorros sin ningún tipo de límites y, además, suele dar información y formular anuncios que, por decirlo suavemente, no se ajustan a la verdad.

Por ejemplo, ¿cuál es política de desendeudamiento que tanto se jacta el kirchnerismo si hoy tenemos un stock de deuda pública mayor al que teníamos en el 2001 cuando se declaró el default, después de haberle pagado al FMI, hacer una gigantesca quita de la deuda en el 2005, dibujando el IPC para que no se dispare la deuda ajustable por el CER y sin incluir a los holdouts? Ni que hablar de los famosos créditos hipotecarios para inquilinos anunciados en su momento, los U$S 25.000 millones de inversiones chinas y de los créditos baratos para el consumo y la inversión que también fueron anunciados unos pocos días antes de las elecciones del 2007.

Por el lado de las medidas sabemos que ha prohibido exportaciones de carne, lácteos y trigo. Que intentó aplicar un impuesto confiscatorio y en forma inconstitucional sobre las exportaciones agrícolas y que, ahora, intenta confiscarle los ahorros a 4 millones de argentinos que estaban acumulando para cuando llegue el momento de su retiro.

Por lo tanto, lo primero que debemos tener en cuenta para imaginar el futuro inmediato de la economía argentina es que el gobierno es una máquina de generar desconfianza y que cuando las cosas no le salen como quieren, actúan cegados por la venganza y son capaces de adoptar cualquier medida. La más inimaginable está en el listado del gobierno.

Este el contexto "institucional" en el que se mueve el gobierno. ¿Y en el económico? En el económico la actividad está entrando en caída libre (con disculpas a los datos que informa el INDEC). Solo a fuerza de presiones han evitado, transitoriamente, despidos importantes. Los precios de los commodities ya no le sonríen como le sonrieron en los últimos 5 años afectando los ingresos fiscales, y encima el tipo de cambio "competitivo" se lo comió la inflación que generó el BCRA para mantener, por 5 años, el tipo de cambio en 3 pesos. Al mismo tiempo, Brasil devaluó su moneda mientras el dólar se recupera frente al euro. Esto en castellano básico esto quiere decir que será menos atractivo exportar. Si en el mercado interno se cae el consumo por disminución del salario real, la desocupación y el atesoramiento de la gente frente a la incertidumbre, no hay competitividad para exportar y con sus medidas espantan a los inversores, la pregunta es: ¿cuál va a ser el motor que moverá la economía? Lo que les queda es apropiarse de los ahorros de la gente para aumentar el gasto público y tratar de amortiguar los efectos de la recesión que se viene. El discurso de que el gobierno pretende defender a los trabajadores y jubilados con la confiscación de los ahorros es un telón que intenta esconder el verdadero objetivo de la expropiación. Hace falta plata para intentar que la crítica situación económica no se traduzca en una crisis social, sobre todo en el electoral 2009 y por eso se oponen a que se limite el uso de los fondos que se quieren confiscar.

Sabiendo que el gobierno es poco adicto a hablar con la verdad y que ha dado acabadas muestras de despreciar la propiedad privada, no debería sorprender el temor de tanta gente que en los últimos días preguntaba por la posibilidad de un corralito mientras compraba dólares para meterlos en una caja de seguridad. La suba de las tasas de interés para los plazos fijos refleja el miedo de la gente. Y la pregunta que muchos se hacen es: ¿qué tasa de interés me compensa del riesgo de tener activos líquidos al alcance de la mano de un gobierno desesperado por tener más recursos?

Encima, la Argentina nuevamente es cara en dólares. Los precios internos subieron en pesos más que el tipo de cambio. La gente lo advierte. Además, sectores empresariales han salido a pedir enfáticamente que se suba el tipo de cambio. Como el argentino piensa sus ahorros en dólares y no en pesos, la cuenta que hacen es, ¿me compensa la tasa de interés el previsible aumento del tipo de cambio? Y si me compensa, ¿me cubre de la voracidad estatal?

Se argumenta que el BCRA tiene suficientes reservas para hacer frente a una corrida y controlar la situación. ¿Es cierto? Cuando las autoridades del BCRA se jactan de disponer de reservas récord, parecen olvidarse que hubo un monje llamado Luca Paccioli que inventó la partida doble hace unos 600 años, que nos dice que hay un activo y un pasivo. El BCRA nos cuenta lo que tiene en el activo, pero no lo que tiene en el pasivo. Por ejemplo, los famosos U$S 46.000 millones de reservas tienen como contrapartida el equivalente a unos U$S 20.000 millones en Lebacs, Nobacs y pases pasivos, por lo tanto, a las reservas hay que descontarle esa deuda y se verá que la posición del Central no es tan sólida como se argumenta, porque, en el mejor de los casos, tendría U$S 26.000 millones para respaldar $ 100.000 de base monetaria (que también es un pasivo del BCRA). Salvo, claro está, que piense defaultear esa deuda. Y, agreguemos, que tampoco estamos seguros que queden U$S 26.000 millones de reservas limpias porque desconocemos cuánto vendió a futuro el Central y si hay otros pasivos tomados con entidades financieras del exterior.

Para no dar más vueltas sobre el tema que le preocupa a la población. ¿Por qué la gente le tiene miedo a otro corralito? La respuesta es que fue justamente el matrimonio gobernante el que, con sus avances sobre la propiedad privada, han generado pánico en la gente. La población le tiene miedo a lo que pueden llegar a hacer el gobierno. En la Argentina no hay ninguna conspiración, lo que hay es falta de instituciones y comportamientos autocráticos. Es eso lo que genera el pánico. Y por más que juren y firmen con su propia sangre que no tocaran los ahorros, ya nadie les cree. Es como el cuento del chico que mentía todo el tiempo gritando lobo, lobo. El día que apareció nadie le creyó.

Es cierto que hoy, a diferencia del 2001, la mayoría de los depósitos están en pesos y hay pocos dólares en los bancos. En el 2001 el BCRA no podía emitir dólares para prestarle a los bancos frente a la corrida. Ahora puede emitir pesos en forma de redescuentos si la gente sigue siendo atemorizada por las medidas que toma el gobierno, pero eso sería a costa de una llamarada inflacionaria y cambiaria.

Caída en el nivel de actividad. Inflación. Comportamientos agresivos contra la inversión. Distorsión de precios relativos. Cerradas las posibilidades de acceder al mercado voluntario de deuda. Nivel de gasto público récord. Un contexto internacional que nos trae viento de frente y encima los Kirchner quieren apropiarse de los ahorros de la gente generando pánico, cuando en el mundo están viendo como restituyen el crédito que es hijo del ahorro. Ese con el que se mete el gobierno.

Lamentablemente nos han metido en la tormenta perfecta.

Calculan que se perderán US$ 960 millones en el trigo


Según CRA, caerá la producción del cereal y los productores de soja trabajarán a pérdida

Pierden todos. Nadie gana. Por la caída en la producción de trigo, calculada por fuentes privadas en 4 millones de toneladas, como mínimo, por debajo del registro de 2007, cuando se alcanzó a 16 millones de toneladas, a la Argentina le van a ingresar en esta campaña, a valores actuales, casi US$ 1000 millones menos.

Así lo expresa un informe elaborado por Néstor Roulet, vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

Esa cifra, calculada exactamente en US$ 960 millones, engloba tanto lo que el Estado recaudará de menos por las retenciones a la exportación como lo que resignarán otros eslabones comerciales, como los proveedores de agroquímicos, semillas y fertilizantes, los prestadores de siembra y cosecha, los transportistas y hasta los productores, que también verán mermados sus ingresos.

?Con una menor producción, todos pierden; no es como dijo la Presidenta, que algunos quieren ganar mucho a expensas de otros que ganan poco. Pierde el país, al que le van a ingresar US$ 960 millones menos por la menor producción, ya que lo que se deja de producir (por los 4 millones de toneladas) es 100% saldo exportable. Y pierde el Estado al entrarle menos ingresos: sólo de retenciones [del 28%] son 268,2 millones de dólares?, afirmó Roulet.

Un cóctel conformado por la sequía, mayores costos y la incertidumbre por la política oficial llevaron a que este año se sembraran 1,16 millones de hectáreas menos que en 2007, lo que, con 4,48 millones de hectáreas, constituye una de las superficies más bajas de las últimas tres décadas. La menor producción también es uno de los peores registros.

?Si bien parte de esta merma de la producción se la podemos asignar a la sequía, debemos destacar también la menor superficie de siembra por el desaliento que producen las intervenciones del Gobierno en los mercados y por la aplicación de una menor tecnología, a causa de que en la medida en que se elevan los costos y no hay una reacción positiva en los ingresos, el productor deja de fertilizar o pone menor cantidad de fertilizantes?, indicó Roulet.

El trabajo profundiza, además del número global del menor ingreso y lo que dejará de percibir el Estado, cómo se distribuirá toda la pérdida, considerando otros actores.

En este sentido, el rubro de los agroquímicos, semillas y fertilizantes, integrado por importantes proveedores de estos insumos, tendrá US$ 311,04 millones menos de ganancia por la caída de la producción. Por otra parte, quienes se dedican al acondicionamiento y a la comercialización tendrán una merma de US$ 34,56 millones, a lo que hay que agregar otros US$ 69,12 millones del rubro administración, seguros e infraestructura. Por el rubro labores de siembra se contabiliza una pérdida de US$ 103,68 millones. En tanto, el productor deja de ganar, por la caída de la producción, 41,47 millones de dólares.

Todos pierden

En este contexto, el rubro cosecha, en el que hay contratistas que prestan el servicio de recolección del cultivo, va a dejar de facturar en esta campaña 63 millones de dólares, por haber caído la superficie de siembra y, por ende, la por recolectar.

Por si fuera poco, los transportistas también van a ganar menos, y en este caso se debe a que por la baja de la producción van a realizar una inferior cantidad de viajes. Los camioneros van a dejar de hacer 133.000 viajes (en cada uno de los cuales llevan 30 toneladas) y tendrán una merma de ingresos de 69 millones de dólares.

Considerando que entre el año pasado y el actual la tonelada de trigo cayó más de 100 dólares, los números sobre la pérdida en el cultivo podrían ser todavía más pesimistas.

A todo esto, CRA presentó un trabajo que indica que con el actual régimen de retenciones el productor sojero promedio trabaja a pérdida. ?Dados los precios actuales de la oleaginosa, la estructura de costos vigente y un rinde promedio de 26,7 quintales por hectárea, que es el rendimiento promedio del país de los últimos cinco años de acuerdo con la Secretaría de Agricultura, el productor no logra cubrir, con los ingresos de la cosecha, los gastos de producción?, dice el informe, elaborado por el secretario de la entidad, Javier Jayo Ordoqui, que tomó como parámetro de medida el modelo de siembra directa de la Asociación de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) y un valor promedio de arrendamiento de 12 quintales de soja.

Según el estudio, ?con retenciones iguales o mayores al 30%, el margen resulta negativo; asimismo tampoco sería tolerable una alícuota de retenciones superior al 25%, ya que con esa tasa es altamente probable que el productor tenga quebrantos?. A modo de ejemplo, hoy pagando un arrendamiento de 16 quintales se pierden 113 dólares por hectárea.

Para Jayo Ordoqui, ?los números son elocuentes y demuestran cómo, con este nivel de precios, las retenciones hacen inviable el negocio agrícola y se tornan claramente confiscatorias, puesto que mientras los productores pierden plata, el Estado sigue cobrando sumas siderales?.


martes, 16 de septiembre de 2008

Algunos problemas de la Argentina reducen el impacto de la crisis

Señalan que el golpe es menor porque el país sigue aislado de los mercados financieros internacionales. Pero advierten que de todos modos se sentirá. Aunque reconocen que la caída es una de las más grandes en muchas décadas, también dicen que todavía está lejos de la depresión de 1930.
Economistas y otros analistas financieros coinciden en que la actual crisis de los mercados globales está entre las más importantes desde el crack financiero de 1929 y la depresión de la década del &30, que comenzó y afectó especialmente a los Estados Unidos. Pero también señalan que la situación actual todavía está muy lejos de la profundidad de esa debacle.

En cuanto a la situación de la Argentina, destacan una suerte de protección debida, sobre todo, al aislamiento que vive el país de los mercados internacionales de crédito. Pero remarcan que la crisis impactará por la menor demanda por parte de los principales compradores de los productos locales y el menor "viento de cola" por efecto de la contracción de la economía mundial. Algunos opinan que los inversores se refugiarán en ladrillos y commodities.

Así opinaron hoy distintos economistas tras la quiebra de la banca de inversiones estadounidense Lehamn Brothers:

Guillermo Francos, presidente del Banco Provincia (Mitre)

"Creo que esta vez la crisis financiera internacional no nos toca. En general, los números de nuestra economía son sólidos (...) La gente va a salir de los mercados financieros internacionales y va a tratar de refugiarse. La tendencia, sobre todo en nuestros países, va a ser ir hacia los activos físicos, va a haber mucha compra de propiedades, y los commodities van a seguir siendo buenas inversiones".

Carlos Heller, titular de Banco Credicoop (América)
"Hay una crisis global y en todo caso vale la pena ver por qué. (A nivel local) no se puede hacer ninguna comparación con el 2001; las diferencias son notables. Afortunadamente, y espero que se entienda por qué lo digo así, Argentina tiene un problema serio: el escaso financiamiento".

Aldo Pignanelli, ex presidente del Banco Central (Mitre)

"El mundo financiero está viviendo la caída de una forma de hacer negocios basada en un sistema muy endeble, que es el apalancamiento. Esto se ha derrumbado totalmente. (Ben) Bernanke (el titular de la FED) llegó tarde a todos lados. La Reserva de Estados Unidos y el Banco Central Europeo reaccionaron el día después (...) La Argentina ha estado descolgada del mundo financiero. Pero vamos a vivir un severo ajuste de la economía mundial y en eso no vamos a estar tan prevenidos porque el viento de cola va a ser menos fuerte. Invertiría en soja."

Mario Blejer, ex presidente del Banco Central (Del Plata)

"Lo que pasó ayer (la caída del Lehman Brothers) fue algo bastante serio y, en cierta medida, inesperado. La magnitud de la crisis se viene extendiendo. De todos modos, la magnitud de la recesión todavía es mínima. Nadie está aislado de lo que pasa en el mundo. Los mercados financieros se han cerrado muchísimo para los países emergentes".

Claudio Loser, ex director regional del FMI (Mitre, Radio 10 y Rivadavia)

"No es todavía una situación de caos, yo no veo algo como lo del &30. A mi juicio, la caída mundial va a terminar relativamente pronto. Sí va a haber una pérdida de confianza importante en el sistema bancario de los Estados Unidos (...) Los bancos en Argentina no corren peligro".

Javier González Fraga, economista (Continental)

"Todavía estamos muy lejos de algo parecido a lo del &29, porque en aquel momento hubo una depresión. Acá nadie habla de recesión. La economía de Estados Unidos sigue creciendo, pero a nivel más lento (...) La Argentina le vende mucho a Brasil, China e India, y esas economías van a estar golpeadas porque le venden mucho a Estados Unidos".

Miguel Kieguel, economista (América)

"El gobierno norteamericano se equivocó (al permitir la quiebra de Lehman Brothers), porque se entra en un pánico financiero. Cuando cae un banco de este tipo, la gente se pregunta cuál es el próximo que caerá. No es un problema de tasas, sino de regenerar confianza".

Eduardo Costantini, empresario inmobiliario (Mitre)

"Esta es la crisis más grande que vive la historia después de la gran depresión del &30. Vale una crítica fuerte al sistema norteamericano, que cada cinco años produce un exabrupto especulativo (...) El inversor hoy está desconcertado. Las tasas de interés son bajas, el dólar no sube, los bonos no dejan de caer, las bolsas bajan y muchos piensan que invertir en inmuebles es más seguro. Nuestra economía presenta problemas porque no hay un plan coherente. Nunca he visto un panorama tan incierto".


Fuente: Clarín.

jueves, 22 de mayo de 2008

Se diparó el precio del petróleo de referencia en Europa


El Brent, que traspasó los US$ 135, sufrió el impacto de la decisión de anteayer de la OPEP y la especulación financiera.


LONDRES (AFP).- El barril de petróleo Brent alcanzó hoy un nuevo record al cotizarse en US$ 135,09, impulsado por los temores sobre la oferta a corto y medio plazo, la pasividad de la OPEP, la baja sorpresiva de las reservas de crudo estadounidense y las compras especulativas.

El Brent superó el light sweet crude para entrega en julio que se elevó hasta US$ 135,04 el barril en los intercambios asiáticos. Desde el ayer la histeria se apoderó de los mercados y el petróleo no dejó de subir a 130, 131, 132, 133, 134 y 135 dólares.

Las reservas. El departamento estadounidense de Energía anunció el miércoles que las reservas de crudo de Estados Unidos, que se suponía tenían que crecer, bajaron en 5,4 millones de barriles durante la semana que terminó el 16 de mayo.

Al contrario de lo que se esperaba, las reservas de gasolina bajaron en 800.000 barriles. Las reservas de productos destilados (gasoil y fuel para calefacción) aumentaron, pero menos de lo previsto.

La noticia ahondó aún más el sentimiento de que el margen entre la oferta y la demanda se está reduciendo peligrosamente mes tras mes: la oferta sigue con suma dificultad la demanda de los países emergentes que crece sin parar.

Mientras tanto en la República Argentina sigue el estricto control sobre las petroleras no dejando que la fluctuación externa altere la paz del gobierno respecto de los costos de este tipo de energía que moviliza un país entero y que; a pesar de muchos esfuerzos finalmente se deberá ajustar ya que la ecuación de las petroleras no cierra en base a la tasa de inflación Argentina que no sede y está tapada por el ministerio de economía.

Se avecinan tiempos difíciles en esta puja de poder , absolutismo y cuasi dictadura democrática.