martes, 1 de abril de 2008

Un discurso diseñado para romper la unidad del campo

El Gobierno sabía que el campo rechazaría la propuesta. Las medidas habían sido conversadas el viernes pasado y, aun así, los ruralistas no habían despejado la ruta. ¿Qué buscaron, entonces, la Presidenta y el ministro Lousteau con el cuarto discurso explicativo en 20 días? Además del intento de recuperación del escenario político -esto tendrá una segunda parte, con el acto en la Plaza de Mayo de hoy-, dos argumentos se escucharon anoche en la Casa Rosada. Un ministro, un economista, un diputado, un sindicalista y un embajador, todos kirchneristas y consultados por LA NACION, coincidieron en las razones. La presidenta Cristina Kirchner señaló varias veces, como para que a la sociedad -la de las cacerolas, básicamente- no le quedaran dudas, que los productores agropecuarios no sólo no perdían plata con las nuevas retenciones móviles, sino que, por los vaivenes del precio internacional de la soja, la rentabilidad del campo había crecido respecto de la época de la siembra. Intentó así desarticular la idea de que el pequeño o mediano productor quedaba al borde de la quiebra. Le apuntó a la teoría de la martirización, concretamente. Y para los casos en que sí podía advertirse riesgo de desaparición, presentó subsidios y devoluciones. El mensaje a la clase media urbana fue que no defendiera a quien estaba ganando buenas cantidades de dinero. Pretendió romper la solidaridad de la ciudad con el campo. También se ocupó de señalar que "el 80% de los productores" -los "pequeños productores", como diferenció- recibiría compensaciones económicas, que se subsidiaría el flete para quienes producen a más de 400 kilómetros de los puertos y que hasta se crearía una subsecretaría rural, promesa que empezó cuando Felisa Miceli era ministra de Economía. En este cuadro, la Presidenta no anunció siquiera un caramelo para los grandes. La diferenciación entre grandes y chicos tuvo como destinataria exclusiva la hasta aquí histórica unión del campo. Con promesas para los pequeños productores, pero ningún incentivo para los gigantes del agro, Cristina Kirchner trató de desvincular de las protestas en las rutas a la combativa Federación Agraria, entidad que concentra a los productores más chicos. Romper el acuerdo de las cuatro entidades del agro lesionaría la fortaleza de la protesta en el interior y permitiría el tránsito de los camiones con productos del campo, argumentaron anoche en el Gobierno. No se produciría, así, el temido desabastecimiento.
* * * El contenido del discurso comenzó a diseñarse en Olivos durante el fin de semana, con Néstor Kirchner como actor protagónico. El Gobierno percibió que, a pesar de la reunión de funcionarios con líderes de la protesta agraria, el viernes, poco había cambiado en las rutas. Hubo llamadas entre los dirigentes rurales y dirigentes como Alberto Fernández y Javier de Urquiza. Pero no se llegó a ningún acuerdo y entonces el Gobierno decidió organizar el acto con mensajes de la Presidenta y del ministro de Economía. "¿Para qué los íbamos a citar de nuevo si la postura del campo era intransigente?", explicó un ministro. El agro, como esperaban, rechazó los anuncios. Los productores desconfían. La subsecretaría rural fue prometida hace más de dos años y los registros para entrar en el club de los subsidios pueden demorar meses. El tiempo de la cosecha es ahora, y por eso piden que se suspendan por 90 días las retenciones móviles. Ambos juegan al desgaste del otro mientras el conflicto no advierte una salida.

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